CIUDAD DE MÉXICO, 4 de noviembre.- Con la seguridad que caracteriza a un joven de 17 años, Arnaldo Coen (Cd. de México, 1940) respondió a Salvador Elizondo: “Soy pintor”. Estaban en la casa del músico Raúl Lavista acompañados por Ernesto de la Peña, Luis Buñuel, y más intelectuales, cuando el escritor y crítico literario preguntó al adolescente a qué se dedicaba.
Luego me preguntó si conocía a Paolo Uccello y, por fortuna, recién había hecho una tarea con mi hermana sobre él y me lancé a responderle: “Sí, es un pintor italiano del Renacimiento”. Él sólo replicó que cuando había visto una de sus Batallas había decidido colgar los pinceles y dedicarse a otra cosa”, narra el artista de 74 años de edad.
A la primera oportunidad, Coen visitó el Museo de Louvre para ver en vivo uno de los cuadros de Uccello, y escribió a Elizondo: “Ya recogí sus pinceles”. Desde entonces el discípulo de Laurence Calcagno dedica su creatividad a la pictórica expresionista que le mereció el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014, que se anunció el 14 de octubre pasado, en el área de Bellas Artes el cual reconoce sus más de cinco décadas de trayectoria.
Coen, considerado uno de los principales protagonistas de la Generación de la Ruptura, repasa en la memoria su trabajo, y cuenta que su ingreso a la plástica fue un acto natural al nacer en una familia artística: “En mi casa había arquitectos, músicos, escritores, y desde niño mi papá me llevaba con sus amigos, así que tuve muchas sesiones de música con Elizondo, De la Peña y más gente que me influenció, que yo admiraba desde niño”, dice en entrevista.
Sus primeros ejercicios pictóricos fueron en el taller de Laurence Calcagno, pintor expresionista de San Francisco, Estados Unidos, y con apenas 23 años de edad presentó su primera exposición individual con una serie óleos del expresionismo figurativo. Coen resume al decir que sus obras iniciales eran una suerte de análisis de lo que veía, de lo que aprendía de su entorno.
De alguna manera primero empecé desmenuzando mis intereses de joven cuando inicié mis estudios profesionales, porque siempre pinté desde niño. Al inicio estudiaba de manera simultánea diseño gráfico y publicidad, y para mí era importante distinguir los lenguajes entre el pictórico y el arte al servicio de una idea o un producto.
No buscaba expresar algún tema determinado, sino entender la pintura como sonidos, y así como escuchamos la música sin encontrar formas específicas, en mis pinturas intentaba mostrar formas que llevaran a la gente a sentir cosas, y eso me llevó por el expresionismo abstracto, y poco tiempo después que enfoqué en el expresionismo figurativo”, detalla.
Pero más allá de insertarse en un género o corriente, el integrante de la Academia de las Artes se interesa por crear obra que se manifieste por sí misma, sin un mensaje moralista o político; incluso rechaza el arte al servicio del pueblo, y aboga por una sociedad para la cultura.
“Yo creo que de alguna manera la historia del arte es la historia primero de una necesidad de manifestarse, toda expresión, y al final toda manifestación actualmente, queramos o no, es política; pero lo que era diferente para nosotros, mi generación, era no hacer un arte al servicio de la política, pues el arte no es un producto o servicio.”
El arte, una experiencia
Si bien Coen es reconocido por su pintura, ha encabezado en varias ocasiones proyectos conceptuales en los que incluso rebasa la frontera de la plástica para hacer lo mismo diseño arquitectónico que performance. Para él no hay frontera ni entre disciplinas ni entre épocas o movimientos.
De las obras conceptuales de mayor proyección es la acción Robarte el arteque realizó con Juan José Gurrola y Gelsen Gas para Documenta 5, en Kassel, Alemania, y la cual resume en buena medida su perspectiva sobre el arte como
experiencia y no objeto.
Recuerda que su participación en Documenta, una de las exposiciones de arte contemporáneo más importantes del mundo desde 1955, fue por invitación del museógrafo Fernando Gamboa. “Decidimos hacer una obra conceptual y propusimos robar el arte, cuando llegamos con el director de la feria nos dijo que por cuestiones legales no podríamos robarlo, pero entonces explicamos que no tomaríamos el objeto, sino la esencia del arte.”
Para Coen la obra representa el significado real de una obra pictórica: lograr que cada espectador se apropie de la naturaleza intangible del arte que no lleva mensaje político, publicitario o personal, y cuyo efecto dependerá de cada persona. “Una obra realmente debe ser un acto creativo para el artista como para el espectador quien cierra el ciclo de producción.”
Varios de los rollos fílmicos del proyecto Robarte el arte se perdieron, y los que se lograron conservar están en resguardo en el acervo de Gurrola, custodiado por la esposa del escenógrafo y dramaturgo.
El también fundador del Salón Independiente en 1968 lo mismo ha trabajado con músicos y poetas, por ejemplo colaboró en el homenaje a John Cage con la pieza Jaula junto con Mario Lavista, o en Carta de creencia con Octavio Paz. De 1977 a 1978, participó en el diseño arquitectónico de la nueva capital Dodoma, de Tanzania, en África.
“El arte es algo vivo y va cambiando; así es tan importante el arte contemporáneo como el moderno o el antiguo, porque lo podemos vivir como algo perpetuo en nuestro presente”, dice.