CIUDAD DE MÉXICO, 24 de octubre.- A sólo 40 centímetros de profundidad, los vestigios de lo que fue un antiguo conjunto habitacional del señorío de Iztapalapa comenzaron a surgir. Un grupo de arqueólogos mexicanos localizó los restos de al menos tres estructuras prehispánicas que sirvieron como dormitorio a los primeros habitantes del pueblo de San Juanico Nextipac, una de las poblaciones más añejas que se asentó al sur del lago de Texcoco.
Los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han identificado entre las ruinas los entierros de tres infantes que fueron colocados según la práctica mesoamericana, bajo los pisos de los dormitorios. Los arqueólogos piensan que pudo haberse tratado de ofrendas que sirvieron para realizar alguna ceremonia, pero los enigmas de la región apenas han comenzado a revelarse.
“Era una práctica muy común en Mesoamérica que debajo de los pisos de las casas se enterrara a los muertos; en este caso como han sido sólo entierros infantiles, más bien podría tratarse de ofrendas, es decir para alguna ceremonia. A veces cuando se iba a construir una estructura se hacían ofrendas dedicatorias para la construcción, aunque esto todavía nos falta definirlo analizando los materiales y saber qué tipo de ritual está representado”, explica Adriana Lazo de la Vega, arqueóloga responsable de la exploración.
Los especialistas llegaron al sitio el 15 de septiembre pasado, cuando trabajadores de la delegación Iztapalapa iniciaron trabajos de remodelación de la plaza principal de San Juanico Nextipac. Justo a un costado del Templo de San Juan Bautista, que fue erigido en el siglo XVII, localizaron los muros de piedra y arcilla que formaron las habitaciones. Ahí han trabajado hasta llegar a los 2.70 metros de profundidad.
Lazo de la Vega explica que la exploración ha revelado al menos cinco periodos de ocupación. Los primeros corresponden al llamado Posclásico temprano o Azteca 1, que va del año 900 al 1100 d. de Cristo y a partir de ahí se han reconocido niveles de todo el periodo mexica hasta la Conquista española en 1521, después le siguen los periodos colonial y moderno, “hay toda una secuencia desde lo más profundo hasta lo más superficial”.
Habría que imaginar cómo fue San Juanico Nextipac en la época prehispánica: el lugar debió haber sido una zona chinampera donde sus habitantes se dedicaban a la agricultura, el comercio y la pesca. La mayoría de las actividades, como la de cocinar, se realizaban al aire libre y las pequeñas habitaciones se ocupaban solamente para dormir, de ahí que los entierros localizados fueran colocados como acompañamiento de la vida diaria, bajo los pisos que habitaban.
Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador Nacional de Arqueología del INAH, afirma que la población correspondió al señorío de Iztapalapa: “Aquí reinó Cuitláhuac, hermano de Moctezuma Zocoyotzin, y la ciudad iba desde lo que es la ladera norte del Cerro de la Estrella hasta donde empezaba el lago de Texcoco, aunque aquí eran las aguas más dulces que hacia la parte norteña donde había suelos más salinos y aguas salitrosas; estas aguas tenían derrames de mantos acuíferos dulces, eran tierras muy buenas”.
Nextipac es un vocablo náhuatl que significa “Sobre la ceniza”, “quizás hubo una erupción del Popo y había aquí ceniza, ese es el vocablo que distingue a la población. Estos hallazgos son de los primeros que se encuentran en este lugar y nos van a permitir ir armando un rompecabezas”, agrega.
Habitaciones importantes
A pesar de ser de manufactura sencilla, las habitaciones que se han localizado en el poblado iztapalapense corresponden a estructuras que pertenecieron a personajes importantes de la región. La prueba son las ofrendas que se han localizado y que parte de los pisos que se han podido rescatar están estucados, es decir, que han conservado un enlucimiento fino que sólo tenían las casas de personas con un estatus económico y social alto.
“La factura de estas habitaciones es muy sencilla. Nextipac fue realmente un asentamiento muy pequeño, seguramente fue una zona chinampera como lo fue todo el sur de la cuenca; el sistema constructivo de estas unidades habitacionales es demasiado sencillo, usaban piedra de pequeño y mediano tamaño para ir subiendo la altura o ir ampliando las construcciones y lo hacían sobre los mismos pisos arcillosos, es decir, ponen una base de arcillas y una base de piedras”, detalla la arqueóloga Lazo de la Vega.
Pero quizás el descubrimiento que mayor emoción provoca es el de tres entierros de niños. “El primero estaba muy destruido, estaba a sólo 40 centímetros de la superficie, ya había sido alterado por alguna de las múltiples obras que se han hecho aquí en la plaza. Este entierro infantil estaba en posición sedente, es decir, lo colocaron sentado, pero ya estaba todo movido, con el cráneo destrozado”.
Los otros dos, fueron encontrados bajo el piso de una de las estructuras: “Uno de ellos es secundario y está dentro de una olla de barro; el otro es un entierro primario que consiste en un cráneo de niño con un cajete en la cabeza; los dos entierros están en unas oquedades circulares que fueron hechas en el piso de estuco y sobre de ellos nuevamente se construyó otro nivel de piso y probablemente abajo haya otro”, señala.
Los diferentes elementos (vasijas, pequeñas cuentas y figurillas) han sido registrados y sacados de su contexto para llevarlos a un laboratorio donde se espera sacar más datos de la región. Con las estructuras “trataremos de definir lo mejor posible las estructuras, ahora hay cosas que no se entienden muy bien, porque hay que ir retirando algunas piedras que son de derrumbe para definir o delimitar mejor los muros y también para tener un registro completo de la secuencia de ocupación”.
Los arqueólogos trabajarán en el sitio hasta diciembre próximo, pero los restos de las estructuras están destinados a seguir bajo tierra. El INAH ha sugerido a las autoridades de la demarcación que los muros prehispánicos deberán cubrirse nuevamente para protegerlos de la intemperie.
“Los cimientos se van a consolidar para que se conserven para el futuro y se van a cubrir con unas mallas de geotextil que son altamente durables; después se van a rellenar con materiales inertes, por ejemplo tepetates, a mano para que no se afecten y después se van ir compactando”, explica Sánchez Nava. Mantener expuestos los vestigios, dice, “sería irresponsable”, pues la lluvia y el viento acabarían con ellos rápidamente.
Después de que las exploraciones terminen, la delegación Iztapalapa y los arqueólogos se han comprometido a montar una pequeña exposición y ofrecer una serie de conferencias, en las que se explicara a los pobladores el pasado más remoto de San Juanico Nextipac.