CIUDAD DE MÉXICO, 13 de octubre.- “Todo debe hacerse lo más simple posible, pero no sencillo”, afirma tajante Lance Wyman (Newark, Nueva Jersey, 1937), quien bajo esta premisa ha contribuido en la construcción de la arquitectura visual, y, en consecuencia, del imaginario colectivo de la Ciudad de México con los diseños de señalización urbana.
Desde los iconos de las estaciones del Sistema Colectivo Metro y el de la Central de Abasto hasta los logotipos del Hotel Camino Real, de las pastas La Moderna, el Museo Marco de Monterrey y el Papalote Museo del Niño. Símbolos que, más allá de representar una empresa o institución, constituyen una gramática visual casi permanente de la ciudad.
“Desde mi experiencia he encontrado que la iconografía puede enriquecer el imaginario colectivo debido a que puede desarrollar una comprensión del lugar, el mensaje, sin necesidad de conocer diferentes lenguas. Logos son como embajadores visuales. Su impacto depende del mensaje y lo bien que transmite ese mensaje”, define en entrevista vía correo electrónico.
El creador de la iconografía de los Juegos Olímpicos de México 1968 –el primer proyecto que realizó para el país– se encuentra en la ciudad para presentar su primera exposición monográfica en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) titulada De ida y vuelta. Lance Wyman: iconos urbanos, que se inaugura el sábado; mañana ofrecerá una conferencia magistral, y del 20 al 22 el taller Diseñando iconos urbanos.
La muestra, con la curaduría de Pilar García, se centra en el concepto del diseño como propuesta urbana, y a partir de lo proyectos “de calle” de Wyman se reflexionará sobre la presencia de los símbolos en el imaginario social y su influencia en la concepción visual de la ciudad. En sala se exhibirá mobiliario, bocetos, fotografías y testimonios sobre el proceso creativo y de investigación del diseñador para estos proyectos.
En el recorrido curatorial también se harán referencias a su trabajo fuera del país como los sistemas gráficos de transporte y señalización alrededor en Canadá, Estados Unidos y Arabia Saudita; entre ellos el Metro de Washington, los pasos peatonales de Edmonton, el Zoológico Nacional en Washington y el de Minnesota.
Este ejercicio de revisión responde a que tras más de cinco décadas de producción, Wyman ha desarrollado, además de su propio estilo de gráfica, una suerte de lenguaje visual urbano, y aún fuera del entorno local, el espectador es capaz de identificar cada símbolo y su significado, incluso al lugar que refiere, por ejemplo en las estaciones del Metro.
“Los símbolos se pueden comunicar a través de las barreras del idioma creados por las palabras. Tan obvio como que puede sonar, es fácil pasar por alto los símbolos en la planificación y diseño de un sistema de orientación.
“Después de la experiencia olímpica me di cuenta de cómo los símbolos visuales efectivos podrían ser y sugerí que cada una de las estaciones de metro se identificaran con un símbolo y un nombre. Los visitantes extranjeros pueden contarse unos a otros para reunirse en la estación tal en su propio idioma. Ellos no tienen que leer español”, argumenta sobre el poder de la imagen para trasmitir un mensaje.
En ello radica el estrecho vínculo entre sus diseños y el ambiento sociocultural, incluso económico y político, de la localidad, pues señala que la imagen por sencilla que parezca se compone de referentes del entorno. Para el logotipo del Metro “M” se basó en la movilidad que representa el transporte en una ciudad en desarrollo.
Para México68 se inspiró en la belleza del arte popular y prehispánico mexicano y en el mismo concepto de la imagen de los cinco anillos de los Juegos Olímpicos con los que formó las palabras. “Cuando usted hace un diseño muy simple, puede perder el contenido y la forma innovadora, lo que queda es sólo la decoración”.
Sin embargo, para Wyman, egresado del Instituto Pratt en Brooklyn, ningún boceto es nuevo en el sentido estricto, pues toda imagen o símbolo tienen un referente en el pasado como los trazos tallados en rocas de cuevas por los nómadas o las pinturas de los mexicas como en la imagen de la Copa Mundial de Futbol de 1970 en México.
Tras hacer la revisión de su obra a partir de la exposición, Wyman señala que en cierta medida su participación en los Juegos Olímpicos 1968 definieron su trayectoria en el diseño: “Mi educación y trabajo temprano me prepararon para la complejidad de los Juegos Olímpicos y el Metro. Aquellos programas que me dieron una mayor comprensión.”
Incluso cuenta que su trabajo en México fue en cierto modo circunstancial, cuando su diseño “México68” fue elegido para los Juegos Olímpicos aun sin tener mayor experiencia. Tras los juegos Olímpicos, Wyman permaneció dos años en el país para diseñar la simbología Metro, en 1969, y el logotipo y mascota del Mundial México 70.
Cuando, añade, inició su trabajo para las Olimpiadas desconocía la cultura del país, y conforme se familiarizó con el entorno descubrió “una de las culturas visualmente más ricas del mundo”.