25 de Noviembre de 2024
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas

Se quebró Sarita

*Luego de 16 horas de detención, la exalcaldesa estalló en llanto al ver a sus familiares

*La sonrisa y pulgar en alto quedaron atrás

Rodrigo Barranco Déctor

Veracruz

Apretujada en la batea de una destartalada patrulla, Sara Luz Herrera Cano, exalcaldesa de Alvarado, ya no pudo sostener el buen ánimo por más tiempo. La sonrisa con la que encaró su aprehensión el jueves en la noche quedó en el pasado.

Apenas la unidad ingresó al estacionamiento de la comandancia de Playa Linda, tras rendir su declaración en el Juzgado Tercero de Primera Instancia, se resquebrajó; la mujer que parecía de hierro soltó el llanto, llevándose las manos a la cara al ver a su familia esperándola cerca del portón, soportando el aire helado, provocado por el norte que azotaba la región.

Tenía casi 16 horas de detenida, acusada del homicidio de su secretario particular, Michel Martínez Corro, y medios de comunicación y autoridades mostraban su sorpresa al verla esposada, desaliñada, en chanclas, pero siempre riéndose.

Parecía tranquila, siempre volteando a las cámaras, saludando a la prensa, declarando su inocencia y acusando a su sucesor, el perredista y expriista Octavio Ruiz Barroso, de ser el responsable de lo que ella llama “revancha política”.

Tras pasar la noche en el Penalito, temprano, como a las 9:00 de la mañana de ayer viernes, un equipo de la Dirección General de Readaptación Social del Estado la trasladó al expenal de Allende en una camioneta, abollada, despintada y rotulada con el número 001.

Tras apegarse al artículo 20 constitucional y no declarar en el juzgado, fue regresada al Penalito en medio de una vasta presencia de medios de comunicación y en la batea como cualquier delincuente común.

Sarita,como le conocían sus paisanos, recorrió campante todo el trayecto, levantando el pulgar a los fotógrafos que la seguían hasta que vio a sus familiares.

Bastó con ver a su sangre, unas seis personas aglomeradas en las puertas de la comandancia, para que le salieran las lágrimas y estallara en llanto a horas de su aprehensión.