Con pala y tabique en mano un grupo de albañiles esperaban con fe la misa con motivo del día de la Santa Cruz, a unos kilómetros de distancia, otros prefieren el pescado, la carne de puerco, para celebrar.
Un albañil solitario deambula de obra en obra rezando por tener suerte en su día, el día del albañil y finalmente encontrar trabajo.
Las obras escasean, según cuentan algunos de ellos, y en muchas prefieren la mano de obra foránea que contratar a los locales.
Desde las improvisadas escaleras de madera, que aprendió a construir a los 20 años, Ernesto Alvarado Molina cuenta lo difícil que encontrar un trabajo en esta época donde los sindicatos solo se han convertido en una pancarta colgada afuera de las construcciones y los albañiles de Chiapas son preferidos ante los de Veracruz.
Contrario a los albañiles que esperan la misa, para él y los 25 albañiles a su cargo, ya hoy no hay celebraciones pues el trabajo no puede aguardar a que realicen su comida y los cinco pisos que deben construir no se harán solos.
Explica que hace unos días le fueron a colocar una pancarta de un sindicato a la obra que realizan, pero solo para cobrar la cuota correspondiente, pues este no los defiende ni hace que los contraten a ellos en vez de los foráneos.
"La chamba está muy escasa y luego aquí en Veracruz los sindicatos no apoyan a la gente del puerto, la mayoría de obras grandes traen gente de fuera que vienen de México o de Chiapas, de Puebla, a la gente de aquí de Veracruz cuesta trabajo de encontrar una oportunidad", comentó el joven encargado de obra quien tuvo que aprender programas de cómputo para ayudar a los ingenieros y ha tenido que pasar temporadas desempleado o irse a otros estados en busca de trabajo.
Sus compañeros bromean, el calor y las alturas ya no causan estragos en ellos, piden unas carnitas para celebrar su día aunque Alvarado Molina asegura que la celebración se hizo el sábado que tenían tiempo.
En otra obra, a sus 50 y tantos años, Rosendo Segura, no corre con la misma suerte. Para él no hubo celebraciones, no hubo misas ni comidas, solo quiere un trabajo por unos días para llevar dinero a su hogar.
Con más de 20 años dedicándose a la albañilería, las manos del constructor ayudaron a edificar el World Trade Center, El Acuario,Plaza Américas y Plaza Andamar, entre muchas obras más, pero su experiencia no evita que a veces los ingenieros no lo quieran contratar.
A él, como a muchos otros, solo les queda recorrer las obras mientras escucha el sonido de la máquina, ve volar la arena o sabe de las celebraciones, mientras quienes se ensucian las manos con la mezcla son las personas de otros estados a quienes prefieren contratar en vez de a ellos.