15 de Diciembre de 2025
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Cuando se pagaba por chistes y consejos

 

 

 

 

 

 

EL UNIVERSAL

CIUDAD DE MÉXICO

Hace más de 20 años surgió una curiosa tendencia comercial que ofrecía servicios para quienes deseaban recibir consejos, desahogar penas, pasar un buen rato, solicitar consultas médicas y hasta hablar con guías espirituales, que permitían que las personas se sintieran acompañadas por una voz a través del teléfono. Vanessa de la Rosa, experta en temas de publicidad de décadas pasadas, habló en entrevista de la efímera fiebre noventera por estas llamadas por cobrar.

Vanessa comenta que durante mucho tiempo el teléfono fue toda una innovación, pues permitió por primera vez que más de una persona se comunicara en cuestión de minutos a casi cualquier parte del país, sin esperar tanto tiempo como cuando se mandaban cartas o telegramas a los seres queridos.

Sobre la forma en que muchas familias adquirieron uno o varios aparatos fijos en sus hogares, así como la llegada de los primeros dispositivos móviles, menciona: "Poco a poco el uso del teléfono fijo, y luego del celular, se fue diversificando según las necesidades de quienes lo utilizaran".

Al inicio las llamadas a estas líneas lucrativas eran por teléfonos fijos o de disco, pero después se extendió el servicio a teléfonos celulares a mediados de los años 90, cuando más personas pudieron acceder a ellos.

A su vez, las revistas juveniles y de hogar vieron el potencial de un gran escaparate para su consumidor, por lo que en poco tiempo se llenaron de anuncios de este tipo. El costo fue la razón por la que, tiempo después, las llamadas se cobraron por minuto.

Todo al alcance de una llamada

La variada oferta de líneas a las que se podía llamar por un costo razonable era tan amplia que la sección de anuncios de las revistas en cuestiones de entretenimiento, apoyo, salud, espiritualidad, entre otros, daba la sensación de ser suficiente para tener todo sin salir de casa.

"Este tipo de innovaciones hacia el uso del teléfono marcó toda una época, pues nunca se había tenido la oportunidad de obtener algo sin desplazarse, ofertando así los primeros servicios a distancia que, comparado con nuestros días, sería como las tiendas online y las actuales videollamadas", consideró Vanessa.

Algunos de los servicios eran de "lectura de tarot personalizada, en la que prometían leerte tu futuro mientras te aconsejaban sobre el rumbo que debería tomar tu vida; horóscopos que te decían cómo sería tu semana o contactos con síquicos que solucionaban los problemas".

Otras ofertas eran "líneas para socializar y platicar de todo lo que aquejaba la vida de personas solitarias que no tenían a quién contar sus vivencias; narrarte historias de amor utópicas para tener algo nuevo en qué entretenerse; hacerte reír con bromas, chistes y travesuras, hasta, inclusive, tener la oportunidad de llamar a las discretas, pero muy candentes hot lines".

Era sólo el inicio de todo lo que podían ofrecer a las personas que tuvieran a su alcance un teléfono y una revista con los números telefónicos adecuados. Este fenómeno llegó a ser tan rentable que incluso personalidades como Eugenio Derbez participaron ofertando chistes "por tan sólo tres pesitos el minuto".

Y, ¿cómo no sería un furor en los inicios, si aseguraba completo anonimato desde la comodidad del hogar para preguntar todo tipo de dudas y problemas, cuando para aquella época era complicado conversar en círculos cercanos o de forma abierta por temor a ser juzgados?

No eran servicios por suscripción y, además, había mensajes pregrabados, por lo que al llamar podías tener la mala suerte de escuchar el mismo, aunque también había otros donde la atención sí era en vivo.

Fue entre los años 1994 y 1997 cuando hubo más anuncios de múltiples servicios ofrecidos vía teléfono. Más tarde ya no se hizo tanta publicidad. Sin embargo, en la década de los años 2000 se ofertaban algunos de ellos, pero vía SMS (mensaje de texto) y el cobro dependía del servicio solicitado.

Con la llegada del internet, y en especial del acceso a la red desde computadoras portátiles y, más tarde, celulares, esta práctica pasó a la historia.


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