15 de Diciembre de 2025
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Apagones que provocaron pánico

 

 

 

 

 

 

EL UNIVERSAL

CIUDAD DE MÉXICO

En febrero de este año algunas zonas del país resultaron afectadas por cortes de luz que provocaron apagones. A diferencia de otros tiempos, durante la pandemia de la Covid-19 la energía eléctrica se ha vuelto necesaria no sólo para el uso de electrodomésticos o para el entretenimiento, sino también para estudiar o trabajar.

El primer sistema de alumbrado público en la ciudad fue establecido por el Conde de Revillagigedo en 1790; sin embargo, las primeras lámparas eléctricas se colocaron en el Porfiriato, en diciembre de 1881. Tiempo después, el 12 de febrero de 1905, El Mundo Ilustrado publicó un texto sobre  cómo fue regresar a una urbe sin luz debido a una falla en la energía eléctrica  por un incendio: "La costumbre de vernos siempre iluminados por esas lácteas y callejeras claridades, nos habían hecho olvidar casi por completo, que existía, como dijo Hugo, una cosa formidable: la noche".

Según una investigación del cronista Héctor de Mauleón, en su artículo "México en tinieblas", el diario El Imparcial publicó el 24 de mayo de 1909: "México sin electricidad sería un infierno de desesperación". En esos días se vivió un apagón durante varios días, debido a fallas en la presa Necaxa, encargada de dotar de energía eléctrica a la capital. 

La vida en la metrópoli se paralizó. Las fábricas y algunos periódicos suspendieron sus labores; 4 mil obreros dejaron de trabajar —y, por tanto, de cobrar— y numerosos tranvías de la ruta Juárez, Loreto, así como de La Viga, Guerrero y San Rafael, quedaron varados en las calles.  De Mauleón cita que al tercer día sin luz, un redactor de El Imparcial escribía que si las cosas seguían así, la ciudad colapsaría y dominaría el caos.

Asimismo, que sin luz se incrementarían las ventas de velas y de petróleo o aceites para lámparas caseras, la producción de tortillas o pan se vería afectada, la falta de electricidad haría más sencillas las fugas y motines al interior de las cárceles, habría más robos y varias industrias quebrarían.  Entrada la segunda mitad del siglo XX hubo diversos apagones, de poco más de una hora de duración en toda la capital.

Por ejemplo, en septiembre de 1965 la luz se fue de las 18:45 a las 19:50, lo cual dejó interrumpidos todos los servicios; sin embargo, los semáforos funcionaron gracias a su sistema de emergencia y sólo se reportaron embotellamientos donde habían quedado parados tranvías y trolebuses.

En 1970 la capital mexicana sufrió un apagón que la dejó paralizada. De acuerdo con EL UNIVERSAL, la tarde del 22 de octubre la ciudad estuvo "a oscuras" por 84 minutos. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (LyFC) informaron que el percance se debía a una falla del aislamiento de la red.  El caos se desató a las 18:26 horas y la oscuridad se extendió hasta diversas zonas del Área Metropolitana. La luz regresó en su totalidad hasta pasadas las 19:50. Según el reporte, el pánico se apoderó del tránsito y los transeúntes, no había semáforos: los cláxones no paraban de sonar y los cuellos de botella no tardaron en presentarse en Madero, Reforma, Tlalpan, el Anillo Periférico o 20 de Noviembre.

Ese mismo día, hubo oficinistas que se quedaron atrapados al interior de los elevadores y también de los vagones del Metro de las Líneas 1 y 2. El calor sofocante lo experimentaron por más de una hora decenas de usuarios aquella tarde de 1970.

Minutos después del apagón vinieron los gritos cuando ni siquiera las luces de emergencia funcionaban de forma inmediata: había claustrofobia, una sensación de asfixia. Una vez con las luces de emergencia, el temor masivo disminuyó, luego entre empujones de hombres contra mujeres y niños desalojaron el vagón y caminaron por el túnel del Metro, guiados sólo por una lámpara, cuando los primeros de la fila veían la estación "corrían como si hubieran visto agua en un oasis".

El 23 de octubre se desalojaron 13 trenes de la Línea 1 y 21 trenes de la Línea 2, cada uno con un promedio de 600 personas. Afuera del Metro, los pasajeros se encontrarían con otra aventura: transportarse de regreso a casa en medio del caos vial.  La luz se restableció primero en la periferia, en las colonias más humildes de la capital, y después en el Centro; así, los semáforos regresaron a la normalidad.

El 28 de junio de 1971 se reportaba otro apagón por un cortocircuito en la pista del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde los controladores de tráfico aéreo tuvieron que desviar por hora y media vuelos internacionales y nacionales.  Para junio de 1975, El Gran Diario de México daba a conocer que en repetidas ocasiones los choques de automóviles contra los postes de luz generaban apagones de varios minutos y hasta de horas, en ciertas colonias de la capital, porque derribaban las líneas conductoras de energía.

Aunado a ello, las autoridades de la CLyF informaron que tanto “objetos extraños” que se colocaban en los postes —popularmente conocidos como "diablitos”— o las lluvias también podían provocar "cortes de circuito que causan apagones".

Este recorrido histórico de los apagones citadinos permite a todo lector imaginar cómo sería un día sin luz en una de las urbes más grandes del mundo en la que, aún con energía eléctrica, se dice que se vive en constante "caos" e imprevistos.


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