Amargo retorno del Turco a la ciudad que él puso en el mapa futbolístico mexicano. El subcampeón la pasó bastante mal sobre el sintético césped del estadio Caliente, sobre todo durante la segunda mitad.
Miles de gargantas fronterizas explotaron cerca del ocaso. Moisés Muñoz no pudo contener el obús de esa contención todo terreno, pieza clave en el equipo que se coronó en la Liga MX hace poco más de un año, con Tony como arquitecto.
La versión de anoche se pareció mucho a la de aquel conjunto que subió por la dorada escalera que conduce a la bóveda celestial.
Hérculez Gómez, Joe Corona, Fidel Martínez y Édgar Castillo sucumbieron en la batalla de los sentimientos ante el guardameta azulcrema, cuya figura se agigantó cuando la jauría norteña mostró que aún posee el sello impregnado por un entrenador que dividió opiniones en la grada.
Traje oscuro, con el escudo de su nuevo equipo en el costado izquierdo y las ahora infaltables agujetas amarillas, Mohamed aguardó hasta el último instante para salir del túnel que conduce a la cancha. Los recuerdos y aplausos fueron inevitables... también las mentadas de quienes se sintieron traicionados.
Hace medio año, El Turco abandonó la frontera con la promesa de que volvería a México para reanudar el idilio con los Xolos. Su presencia en la banca del visitante fue una daga que atravesó miles de corazones.
No el de los excampeones mundiales de boxeo Julio César Chávez y Érik Morales, quienes disfrutaron la velada. El Terrible, oriundo de Tijuana, portó la chamarra oficial del club que se llevó la victoria.
El Turco presintió que ése sería el resultado final desde que se cumplió la primera hora, cuando terminó el ligero dominio del visitante. Eso explicó que se resguardara del torbellino rojinegro. El ingreso del Quik Mendoza otorgó confianza al América, pero su vocación ofensiva le impidió marcar al Homie en la jugada que representó el gol. Lo del final, incluida la bronca, fue simple trámite a la amarga noche de Mohamed.