GUADALAJARA, Jal., mayo 24 (EL UNIVERSAL).- Cada tragedia necesita un villano. La afición encuentra uno, el que ve en el campo: Giovani Hernández, abucheado hasta el cansancio. Pero en el juego de estrategia, en el que se consideran elementos como el reglamento e intención de juego, aparece otro: José Manuel de la Torre. Chivas se ha parado con un planteamiento pusilánime y el costo ha sido la eliminación en Semifinales, tras caer en casa por 3-0 frente a Santos Laguna.
Estrepitoso. Fatídico. Trágico. Así ha sido el desenlace de torneo para el Rebaño Sagrado. La estrella número 12 tendrá que esperar. La tarde de este domingo no ha sido un equipo digno de esa aspiración. El cuadro rojiblanco procura cuidar el 0-0 que le daba el boleto a la Final, tras un idéntico marcador en la ida. Quiere jugar con la obligación del rival. Pretende avanzar con lo mínimo. Olvida algo clave: para ser campeón, hay que tener hambre de campeón.
Así, la iniciativa es completamente de Santos Laguna. El primer aviso es de Carlos Izquierdoz, con un cabezazo apenas por arriba, al 3’. Y siete minutos después, es Djaniny Tavares quien se quita hombres de encima para mandar un zurdazo que Luis Michel controla. Guadalajara, mientras tanto, cuida su cero. Es feliz con el empate sin goles que le da el pase a la Final. Se conforma con sueños construidos en el aire.
Santos no desespera. Todo lo contrario. Ha entrado a la Liguilla prácticamente de “panzazo”, pero muestra toda la inteligencia que le falta a Chivas. Israel Castro se equivoca en medio campo. La defensa rojiblanca queda mal parada. Néstor Calderón encuentra el hueco a la espalda de Carlos Salcedo.
Jair Pereira aprieta con una barrida, pero no llega a tiempo. Calderón simplemente toca al centro. Djaniny Tavares, como delantero matón, está en el lugar adecuado a la hora exacta. Simplemente empuja la redonda a las redes. Gol de los visitantes, al 37’. Enmudece el estadio Omnilife.
Ahora, el reglamento juega en contra. Para avanzar, Guadalajara necesita dos goles más. El empate ya no le sirve. Es ganar o morir. Sólo entonces, los rojiblancos intentan algo. Marco Fabián cobra un tiro libre que supera a la barrera, pero Agustín Marchesín desvía a tiro de esquina.
Y en el cobro desde el banderín, Carlos Salcedo gana por arriba. El cabezazo es sólido. Pero sobre la línea, el arquero lagunero, a una mano, hace una atajada espectacular. Era la oportunidad de volver al encuentro. El golpe anímico de no conseguir la igualada es tan fuerte, que desde ese mismo instante Chivas se convierte un cadáver que se mueve por inercia.
Para la segunda parte, la afición que casi ha llenado el inmueble, encuentra su villano: Giovani Hernández, una sombra tanto en la ida como en la vuelta, es abucheado cada vez que toca el esférico, hasta que José Manuel de la Torre se apiada de él y decide sacarlo del campo. Por supuesto, entre un estruendoso reclamo de la parcialidad local.
Pero la historia ya está escrita. Diego González patea un tiro libre desde lejos. Luis Michel da pasos hacia atrás y desvía a tiro de esquina. Desde el banderín, la bola viaja al corazón del área. Jair Pereira no puede en la marca. Carlos Izquierdoz se levanta. Cabezazo a la base del poste. La redonda pega en el metal antes de meterse a las redes. Gol de Santos. El 2-0, que liquida, al minuto 55.
No hay más del Rebaño Sagrado. En el campo, no existe. Desde la banca, la reacción es pobre. Más que eso: el mensaje de inicio ha sido negativo. Cuidar el cero ha sido una aspiración paupérrima. Y el resultado es fatídico.
Con el Guadalajara muerto en vida, Néstor Calderón controla la redonda pegado a la línea derecha. Casi 40 metros de distancia. Pero patea al arco. Luis Michel recorre con apuros hacia atrás. Lo hace mal. Se tiende. Se estrella en el poste. Gol de la escuadra lagunera. El 3-0, último clavo en el ataúd, al 67’.
Los últimos minutos del Rebaño son la triste exhibición de un equipo condenado a la eliminación por su poca ambición. Ni cerca de acortar. Al contrario, Santos está más próximo a incrementar el marcador, al 85’, cuando el poste interrumpe el remate de Djaniny Tavares. El silbatazo es celebrado por Caixinha, que rompe su maleficio: después de tres eliminaciones en Semifinales, por fin está en el duelo por el título.
Chivas, en cambio, se va con la fatalidad sobre los hombros. Once titulares, tres cambios, un técnico. Cada tragedia necesita un villano. La del Rebaño Sagrado tiene 15...