El Universal
Fue un golpe directo para el América, que ve disminuidas seriamente sus aspiraciones de gobernar la Concacaf y acudir al Mundial de Clubes.
Las Águilas se metieron a la boca del lobo, al estadio Eladio Rosabal Cordero, de Heredia, y no pudieron salir ilesas del choque ante el Herediano, que las derrotó por 3-0 en el duelo de ida de las semifinales de la Liga de Campeones de la Concacaf.
Caída, que además de hacerle recurrir a la hazaña en el juego de vuelta a celebrarse en el Estadio Azteca, el 8 de abril, evidencia que el plantel no es tan largo como se presumía, ya que las ausencias de Moisés Muñoz, Darío Benedetto, Oribe Peralta y Cristian Pellerano pesaron más de la cuenta. Ante esto, Gustavo Matosas empleó un cuadro principalmente defensivo, que salió a recuperar lo que aún no había perdido, dejando a la inspiración de Michael Arroyo y Darwin Quintero, la vocación ofensiva, la cual se perdió en la nada y con nada se quedó.
La debacle comenzó cuando todavía el cuadro de Coapa no había recibido un gol. Arroyo se hizo expulsar (26’) y de ese golpe, América no se recuperó. El juego se volvió lucha libre, lo que les gusta a los ticos, que con un poco de futbol borraron a los mexicanos con tantos de Esteban Ramírez, Yendrick Ruiz y Jonathan Hansen. Con eso, al América le cortaron las alas.
Mal y de malas
De por sí, la alineación que presentó Gustavo Matosas denotaba precaución, y ésta se hizo mucho más evidente cuando se vino la “noche”. Michael Arroyo fue mal traído por los defensas ticos ante la complacencia del árbitro panameño John Pitti. El ecuatoriano se cansó y decidió cobrarse por su cuenta. Enfrente de la banca del Herediano, Arroyo le metió dos patadas al tico Christian Lagos, quien fue rematado por Pablo Goltz, quien le dio una patada en la cara.
La acción propició que se vaciaran las bancas. Entre empujones y jalones, el juego se convirtió en “guerra” y Arroyo se fue expulsado.
Antes de eso, América había sobrevivido, manteniendo a raya a un equipo costarricense limitado y rocoso, pero que supo aprovechar las condiciones de la cancha. Y es que, el césped sintético fue factor para propiciar peligro sobre la cabaña americanista, defendida por un nervioso Hugo González.
A base de pelotazos fue que Herediano quiso atacar. Centros mal rechazados, chilenas salvadas en la línea, fue lo poco que ofreció el conjunto local, antes de la expulsión del americanista.
El América también sugirió peligro. En una jugada iniciada por Arroyo tuvo tres oportunidades para vencer al portero Cambronero, quien salió avante con tres sendas atajadas.
Vino la expulsión y el juego decayó en lo poco futbolístico que ofreció, pero aumentó en intensidad agresiva.
Ya en la segunda parte, la zaga americanista se metió demasiado atrás, se amontonó y ante eso, Esteban Ramírez metió una pared que concluyó con un gran disparo a segundo poste (52’).
Cayó el primero. América reaccionó. Goltz metió un remate al poste, pero Herediano fue el que no perdonó.
González pagó su inactividad. Salió mal en un centro largo y Ruiz de cabeza metió el segundo (68’).
Todavía con ese marcador, América quiso reivindicarse. Rubens Sambueza entró a calmar las aguas, mas no fue suficiente. Hansen, otra vez de cabeza, metió el tercero (81’).
Y la obra se concluyó. América deberá lograr una verdadera hazaña, si quiere llegar a la final, lo que se ve casi imposible porque en Heredia, le cortaron las alas.