23 de Noviembre de 2024
Director Editorial Lic. Rafael Melendez | Director General - Dr. Rubén Pabello Rojas
  • Medellín de Bravo, Ver.-  El secreto de una buena vejez no ha sido revelado para María Durán, habitante de la comunidad El Jobito, perteneciente al municipio de Medellín de Bravo. A sus más de 80 años sostiene una batalla diaria contra el enemigo que ha destruido parte del patrimonio que conserva: la sequía del pasto, provocada por las bajas temperaturas que ha dejado el paso de los frentes fríos frente a costas veracruzanas.

    Con dificultad camina al pozo de agua, ubicado en el patio de su casa, solo para “jalar” agua para sus animales que son parte de la herencia que le dejó su esposo: dos burros y algunas cuantas gallinas.

    Como mujer que se crío en el campo, doña María Durán hace la faena de alimentar a sus animales con poca pastura, porque la pastura no ha sido perdonada por los fríos.

    “Saco el agua del pozo, nada más para mis animalitos. Eso sí, les doy solamente un poquito, hay que racionarla porque de otra forma se acaba rápidamente. Ya no hay pastura para los animales del campo, está terrible la sequía. Con los fríos te quema todo el zacate”, dijo Doña María.

    Y agregó: “Ya el campo no produce igual. Yo tengo que salir a trabajar, hago algunas tareas como lavar en casa de una vecina, o barrer alguno de los patios de otras casas, y con esos quintitos ahí me la llevo”.

    En la comunidad El Jobito, los 13 grados centígrados registrados por el paso de los últimos frentes fríos han afectado la pastura utilizada para alimento de los animales, lo que también ha provocado incertidumbre entre los productores del campo de Medellín.

    Para Doña María Durán no hay tiempo de lamentaciones ni de dar marcha atrás cuando todas las mañanas, muy temprano, sale de su casa, a la carretera; se trata de la vía que conduce de El Jobito a Rancho del Padre, una línea recta que es transitada por camiones de carga que transportan material para las obras de la construcción de fraccionamientos en la zona.

    Los motores de las pesadas unidades “rugen” cuando pasan a su lado mientras camina sin levantar la vista rumbo al trabajo que le da oportunidad de ganarse algunos pesos para “irla pasando”.

     

    “Ya el campo no da para más, ya estoy grande; ya con lo que me cae, ahí me la llevo a los picotazos, pero yo no cambio por nada la tranquilidad del campo, con todo y la pobreza que tenemos que pasar aquí. Y ahora con todo y los fríos que nos deja menos para comer porque está secando la siembra y la pastura”, refirió doña María Durán.

    José Luis Rogel Montalvo